A principios del siglo XX, la esperanza de vida promedio en el mundo al nacer estaba entre los 20 y los 40 años. Un siglo más tarde, el promedio se ubica en los 78 años, y sigue en aumento.

Es un cambio dramático debido principalmente a la implementación de políticas sanitarias y de nutrición, así como al aumento del conocimiento médico.

Sin embargo, nuestro tiempo sigue siendo limitado. A principios del siglo XXI, todas las personas seguimos envejeciendo y eventualmente muriendo. Sin embargo, cualquiera que se de cuenta de los avances tecnológicos y científicos del último siglo puede preguntarse:

Usando la ciencia: ¿es posible extender el tiempo de vida? ¿Podremos algún día ser inmortales?

Esta anotación es la primera de una serie dedicada al estudio del envejecimiento, la longevidad y las tecnologías que nos harían posible vivir, si no para siempre, al menos durante más tiempo y con mejor calidad de vida.

Comencemos.

La búsqueda de la inmortalidad

La investigación sobre los métodos para evitar o revertir la vejez y vencer a la muerte, probablemente es tan antigua como la humanidad misma.

En épocas tan remotas como las de la antigua China, ya se hablaba de sustancias que permitían alcanzar la inmortalidad. En la alquimia china se consideraba que materiales preciosos y duraderos tales como el jade ^[1], el cinabrio ^[2] y la hematita ^[3] conferían su longevidad a quien los consumiera. En particular el oro, al ser un metal que no se mancha, era considerado un ingrediente importante del secreto de la longevidad.

(Entre paréntesis: El cinabrio es un mineral -sulfuro de mercurio- de color rojo que se compone en un 85% de mercurio. La hematita es mineral que contiene óxido férrico, conteniendo 70% de hierro. El jade es un tipo de roca preciosa.)

Las recetas de longevidad china también implicaban el uso de mercurio y de arsénico, lo que condujo a que más de un Emperador chino muriera envenenado por intentar prolongar su vida.

Por supuesto, existen historias de inmortales que lograron el secreto de la vida eterna. Un inmortal famoso en China, Corea y Japón es Ma Gu ^[4], quien es descrita como una bella mujer joven, de largas uñas y protectora de las mujeres en la mitología china.

También en la mitología griega se hablaba de una sustancia capaz de garantizar la inmortalidad a quien la ingiriera. La ambrosía ^[5] es conocida junto con el néctar ^[6] por ser alimento de los dioses, pero también tiene la propiedad de hacer inmortal a quien la ingiera.

Por ejemplo, en uno de los relatos del nacimiento de Aquiles, la madre de éste, Tetis, unta a su hijo con ambrosía para después pasarlo por el fuego, con el propósito de volverlo inmortal. El padre de Aquiles, Peleo, espantado la detiene, quedando solamente el talón sin inmortalizar.

La piedra filosofal

Pasemos ahora a mencionar a los alquimistas occidentales, cuya meta principal era la piedra filosofal ^[7], una sustancia capaz de convertir metales comunes en oro, devolver la juventud perdida, y de conferir la inmortalidad.

Muy relacionada con la piedra filosofal está la panacea universal ^[8], otra sustancia buscada por los alquimistas, capaz de curar todas las enfermedades y también, de dar vida eterna.

Por supuesto, también hay relatos de alquimistas que triunfaron en su búsqueda. Entre ellos, Alberto Magno ^[9], de quien se dice que encontró la piedra filosofal y se la pasó a su discípulo Tomás de Aquino ^[10]. Aunque lo que queda es una afirmación en sus libros de haber presenciado la creación de oro por transmutación.

Pero sin duda, entre los alquimistas, el nombre más famoso es el de Nicolas Flamel ^[11], del cual se cuenta haber alcanzado junto con su esposa la inmortalidad, al igual que el secreto de la transmutación de otros metales en oro. Una historia sobre este personaje, es que un ladrón se introdujo en la casa de Nicolas Flamel después de la muerte de la pareja, buscando el tesoro legendario del alquimista. Al no encontrar nada, se dirigió a la tumba con una pala y una linterna. Aparte de la decepción de no encontrar oro alguno en el ataúd, el ladrón pasó también por la impresión de no encontrar tampoco ningún rastro del cuerpo de Nicolas Flamel.

Ponce de León y la fuente de la juventud

En la Edad Media, con el descubrimiento de América, surgió una de las leyendas más famosas sobre la inmortalidad: La fuente de la eterna juventud ^[12].

El conquistador Juan Ponce de León ^[13] es famoso por su búsqueda de un mítico lugar llamado Bimini, lleno de riqueza y prosperidad. La leyenda narra que escuchó la historia de Bimini de los indígenas arahuacos en Puerto Rico, quienes narraban de un antiguo jefe indígena que había ido en busca de las aguas rejuvenecedoras y nunca había regresado.

Como es sabido, Ponce de León emprendió la búsqueda de la fuente sin tener éxito, muriendo a causa de una herida de flecha en su última expedición.

Mitos de personas con largas vidas

Las leyendas de personas inmortales, o de vidas extraordinariamente largas, existen desde tiempos antiguos. El ejemplo probablemente más conocido en el mundo occidental son las edades listadas en la Biblia, siendo Matusalén con sus 969 años, el personaje bíblico con la vida más larga.

En una época tan cercana a la nuestra como es principios del siglo XX, se reportaron individuos que supuestamente sobrepasaron por mucho la vida promedio de los seres humanos. Algunos de estos personajes son:

• Shirali Muslimov ^[14], de origen ruso, 168 años (1805-1973). La prueba con que demostraba su edad era un pasaporte indicando su año de nacimiento en 1805. Originario de la región de Lerik, en la actual Azerbaiyán ^[15], zona que ha sido reconocida por expertos como un lugar donde los centenarios son inusualmente comunes.
• Zaro Aga ^[16], turco de procedencia, 157 años (1777-1934). Su edad quedó registrada en su certificado de defunción como de 157 años, aunque existían afirmaciones de que tenía164 años al momento de su muerte. Según cuenta la historia (o mito) sobre Zaro Aga, a su muerte su cuerpo fue enviado a los Estados Unidos para ser investigado.

Pero quizás el relato (no comprobado) de la persona más longeva de la edad contemporánea, sea el de Li Ching-Yuen ^[17], de quien se dice que vivió nada menos que 256 años, de 1677 a 1933. Sin embargo, el mismo Li Ching-Yuen, afirmaba haber nacido en 1736, lo que lo haría tener al momento de su muerte 197 años.

La afirmación de que este hombre alcanzó los 256 años de edad, proviene de que en 1930 se encontraron registros de que el Gobierno Imperial Chino, había felicitado en 1827 a Li Ching-Yuen por cumplir 150 años. De acuerdo a un artículo del Times ^[18] en 1933, Li Ching-Yuen había enviudado 23 veces y vivía con su 24ava mujer, la cual tenía 60 años. Su secreto para una larga vida, de acuerdo al mismo artículo del Times, es:

Mantén un corazón tranquilo, siéntate como una tortuga, camina ágilmente como una paloma y duerme como un perro.

Transplantes de monos

Nuestra historia sobre la búsqueda de la eterna juventud y de la inmortalidad no estaría completa sin mencionar a Serge Voronoff ^[19], quien a principios del siglo XX, afirmaba haber descubierto la forma de revertir el proceso del envejecimiento.

Voronoff (1866-1951) fue un cirujano francés, de origen ruso, de reconocida fama en Francia entre los años 1920 y 1940. El origen de su fama (y posterior caída en desgracia) fue su uso de transplantes de tejido glandular de animales a seres humanos, con el propósito de devolver la juventud y retrasar la vejez.

El origen de sus ideas, fueron sus observaciones en Egipto del efecto que la castración tiene en los eunucos, por lo que su trabajo se basó en transplantar tejido glandular de organismos jóvenes a viejos, para transmitir la juventud a estos últimos.  Inicialmente transplantó tejido testicular de criminales ejecutados, pero al ser insuficiente esto para satisfacer la demanda, empezó a utilizar tejido testicular de monos en su lugar.

Voronoff también transplantó tejido de la tiroides de monos a personas con deficiencia en esta glándula, además de múltiples experimentos de transplantes entre animales viejos y jóvenes. También intentó transplantar ovarios de monas a mujeres, así como el proceso inverso, para después intentar fecundar a la mona con esperma humano.

Finalmente se descubrió que el tratamiento de Voronoff no tenía los efectos que se afirmaban, y que la mejora se debía al efecto placebo ^[20]. Para empezar, tejido animal transplantado en humanos, conduce al rechazo inmediato, en lugar de ser absorbido como pensaba Voronoff.

Voronoff cayó en el desprestigio, pero en años recientes se reconoce su trabajo como el antecesor de la moderna terapia de reemplazo hormonal, utilizado para restablecer los atributos físicos que declinan con la vejez.

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Como hemos visto, los seres humanos hemos buscado y creído en fórmulas y secretos para prolongar la vida. En las siguientes anotaciones de esta serie veremos los avances actuales en la comprensión del proceso del envejecimiento, así como en el desarrollo de técnicas que podrían permitirnos vivir jóvenes por más tiempo.

Artículo siguiente en esta serie: Porqué existe la vejez y la muerte ^[21]: Descubre las explicaciones científicas para la existencia de la muerte por envejecimiento.